Angelo Calcaterra, CEO de San Tonino y renombrado arquitecto, nos contó que hace un tiempo tuvo la oportunidad de pensar, desarrollar y llevar a la concreción un hermoso proyecto, que lo enorgullece.
La escuela rural número 888, del Paraje Zacarías fue una de las oportunidades de colaborar con la zona rural desde su veta de arquitecto, a partir del diseño de la propuesta de la escuela Panambí.
A partir de varias conversaciones con el destacado arquitecto supimos que tiene la convicción de que la escuela rural no es solo una etapa obligatoria por la que los chicos deben pasar, sino que simbólicamente la considera un lugar de dinamización cultural y social, donde, además de desarrollarse las actividades escolares y de enseñanza, es un punto de encuentro y de intercambio con participación directa de la población que allí se nuclea. Por eso, el diseño, nos cuenta el renombrado profesional, se pensó de esa manera, con esa impronta. Se conformó, entonces, una red vincular, a partir del rol social y cultural de la enseñanza rural, como una segunda casa. La idea de que, en este ámbito de enseñanza y aprendizaje, se va tejiendo un soporte que privilegia y fomenta la relación con el prójimo y con el entorno social y físico inmediato, también influyó en el diseño.
El CEO de San Tonino entiende la importancia de la escuela como un espacio relacional, integrador y plural, por lo que colabora con la apropiación comunitaria de este núcleo de vínculos, enraizarse, siendo esta un espacio representativo de la sociedad en la que se implanta. Asimismo, y, para participar a los sectores involucrados en todo el proceso, la población formó parte de la construcción del edificio escolar, haciendo la traslación correspondiente a la construcción de la vida cotidiana allí.
Las transiciones, los límites difusos y la galería facilitan las expansiones y estimulan las experiencias a cielo abierto. Un árbol, también, como elemento mínimo indispensable para desarrollar una clase, me daba la idea de que esa clase pasa a ser un encuentro, además de un ámbito de aprendizaje. Esto, para el arquitecto, hace referencia a las vivencias de la casa rural como espacio de la misma índole y en el que la vida cotidiana es de por sí un valor que le gusta resaltar en este proyecto que tanto disfruté de participar en todas sus etapas.