“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo. La educación es el gran motor del desarrollo personal. Es a través de la educación que la hija de un campesino puede llegar a ser médico, que el hijo de un minero puede llegar a ser cabeza de la mina, que el descendiente de unos labriegos puede llegar a ser el presidente de una gran nación. No es lo que nos viene dado, sino la capacidad de valorar lo mejor que tenemos lo que distingue a una persona de otra”. Esta frase de Nelson Mandela sintetiza la razón por la cual me sumé, en su momento, al programa de “Desarrollo Humano a través del deporte”, que realizan la Fundación Botines Solidarios y Fundación DAD. Considero que existe una relación positiva entre el desarrollo humano y la práctica de actividades físicas. El ejercicio mejora la salud, los procesos cognitivos, la sociabilidad, la productividad y la calidad de vida en general.
Pero, además, poniendo en contexto la situación de vulnerabilidad que las personas con las que contribuí, tengo la certeza de que el impacto es mucho mayor: para ellos, sobre todo, se trata de contribuir con su formación. La polarización habitacional en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es cada vez mayor. El sector integrado de la sociedad argentina accede a los servicios y a la infraestructura social y económica de la ciudad formal, en contraste con las villas de emergencia, que son claras manifestaciones de una exclusión social y física. Por eso, con una propuesta que busca apoyar el desarrollo humano por medio del deporte, estas fundaciones mencionadas a las que acompañé, les abren a los jóvenes otro mundo de posibilidades y los preparan para ser agentes de transformación social en la familia y el barrio.
Cobra, entonces, un gran sentido la frase de Mandela citada al principio, porque no se trata solo de palabras, sino de acciones concretas, sostenidas en el tiempo, que guían a los que más nos necesitan hacia un abanico de posibilidades. Sobre todo, la de transformar su realidad y la del entorno, a través de la cultura del deporte, en este caso, para que pudieran realmente elegir su futuro. Les dimos un espacio y visibilizamos la problemática, aportando soluciones, al darles un espacio de desarrollo comunitario a través de aquello que creían que era entretenimiento, pero que, finalmente, fueron vigas para construir un porvenir mejor.