Bajo el lema de “En Eco House, el deporte es ayudar”, conocí esta organización sin fines de lucro. Fue casi por casualidad, me enteré durante una charla entre amigos, como muchas veces empiezan las grandes cosas. El fundador de Eco House es el hijo de un amigo, y cuando me presentó el proyecto, me impactó la idea de tomarlo como un deporte. Porque, quizás muy dentro mío, sentía y siento que ayudar conlleva responsabilidad y, en primera instancia, un hobby, me parecía que no iba por ese carril. Pero después, pensándolo bien, me di cuenta de que -como dicen en su carta interna- uno ayuda porque las ganas de hacerlo son más fuertes. Y eso me movió de lugar, me desencajó para bien: una cosa no quita la otra, pensé, podemos tener ganas de ser responsables, no vivirlo como una obligación. Indagué, entonces, en cómo podía hacer para ayudar. Inmediatamente quise colaborar y lo motivacional de la propuesta del proyecto me dispuso aún más.
La comunidad de Eco house está compuesta por «ecohousianos» (hinchas), «agentes de cambio» y «voluntarios eventuales» (jugadores), «coordinadores» (directores técnicos), «mecenas» y «colaboradores» (socios y sponsors), y una «mesa redonda» (dirigentes).
Esta comunidad, además, se caracteriza (lo podemos ver en su organigrama) por su estructura meramente horizontal (“gobernar sin gobernar”), donde todos aportamos desde nuestro lugar, porque, también, el bien común no conoce de intereses personales ni partidos políticos. Creo, además, con convicción, que ser el cambio que uno quiere ver en el mundo se asemeja a lo que planteo en otro artículo disponible en esta página web y es que las pequeñas acciones, multiplicadas por mucha gente, generan grandes cambios.
Es una excelente oportunidad para que conozcas lo que hacen y te empapes de su filosofía interesada, únicamente, en ayudar y hacer de este un mundo mejor.