Educar desde la solidaridad

Muchas veces me pregunto en cuál es la mayor ventaja de la solidaridad. Creo que esta consiste en dar algo a alguien, ya sea algo material o emocional, sin esperar nada a cambio. No esperar algo a cambio es la mayor satisfacción que puede darnos ser solidarios. Claro que, como lo menciono en otro artículo “La gratitud como premio”, ser agradecido con la posibilidad de ayudar a los demás y que estos te devuelvan el gesto con un agradecimiento, satisface, completa la acción de dar.

Además, considero que todos hemos recibido la solidaridad de otros en algún momento. Cuando se habla de solidaridad, no solo se hace referencia a lo material, como les decía en la primera parte, o como desarrollo en los apartados “Tips solidarios – I y II”, también puede ser una actividad o tratarse de apoyo emocional y, sin dudas, este último aspecto es el que conlleva mayores beneficios en la salud de la persona a la que ayudamos, pero, también en la nuestra: está demostrado que ayudar a los demás implica un beneficio para las personas. Aumenta la empatía, la positividad y la sociabilidad.

Además, al confiar en que un mundo mejor es posible y hacer cosas para llevar esto a cabo hace que te involucres responsablemente en su consecución y hará que vivas más de cerca esa realidad y logres aportar tu grano de arena en aquello en lo que creés. Suelo decir que percibir el mundo como una realidad compleja y con muchas aristas no alcanza para cambiarlo, esto se lleva a cabo con acciones concretas, por más pequeñas que estas sean.

Un aspecto muy importante de la solidaridad es que los más pequeños empiecen desde chicos a ser solidarios, así se acostumbrarán a ser generosos, a dar sin esperar recibir nada a cambio, a intercambiar opiniones y a socializar.

Por último, está la cuestión de devolver algo a la sociedad: es una experiencia única enseñar o dar algo al prójimo, de esa forma estás contribuyendo a devolver lo que otros te dieron de manera altruista, conformando un círculo virtuoso.